domingo, 3 de octubre de 2010

Apostando tu amor


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sipnosis: es increible que te enamores de el hombre quien te gano en una puesta, pues eso me sucedio a mí.
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la historia es mia los personajes son de la exsitosa escritora meyer ^^ love ♥ crepusculo 
Apostando tu amor
 

Me sentía desdichada  al saber lo que había hecho mi padre, era una maldita esclava para él.
-porque lo hiciste acaso no me amas como pensaba.-  dije sollozando  ya que me había vendido a un maldito extraño.
El estaba arrepentido pero que caso tenia si ya lo había hecho.
-No  quería morirme, le aposte y perdí hija y juro que no lo habría hecho pero él me  hubiera matado.-  quería  gritarle  y insultarlo pero su vida estaba en riesgo como iba a negarme sabiendo que podía ser un sádico.
-¿cómo?, ¿Dónde? Y cuando.-  el se sentó exasperado.
-estábamos jugando cartas como lo he acostumbrado y  Edward Cullen el magnate del hotel se acerco a nuestro juego, me sentía con suerte ya que había ganado mucho dinero pero él me venció y me gano todo lo que había ganado yo. lo mire esperando su explicación
-y luego.- dije par que prosiguiera.
-no tenía nada me retiraría pero me ofreció todo lo que había perdido y mucho mas.-  lo mire con mis lagrimas en los ojos.
-que mas.- le exigí.
-me prometió las escrituras de su casino una firma y el casino era mío, y a cambio el quería, una hermosa esposa.- bajo la mirada no quería darme los ojos. Eso me hizo pensar en Edward Cullen como un hombre rabo verde  asquerosamente rico e intimidador.
-y me ofreciste sin denegarte un momento, no lo pensaste dos veces.-  el volvió a subir su mirada.
-no fue así  Edward me  comento que te había visto hace unos meses en un bar con un amigo y sabe quién eres.-  yo le di la espalda nerviosamente.
-además de todo es un acosador.- mi padre no dejaba de disculparse. Y lo que menos pensaba paso en ese momento.
-El dijo que mandaría a recoger unos guardaespaldas por ti.-
 Mi padre me miro dudoso.  Y después dijo;
-Escapa bella antes  que te atrape.- quería hacerlo pero el moriría.  Y cargaría con ello el resto de mi vida.
 -no lo hare lo enfrentare, no me querrá cuando vea quien soy en verdad.-

-Ya llegamos señora Isabella Cullen. Dijo el hombre quien me había llevado a la mansión. Sentía asco al saber cuál sería mi apellido.
No le di las gracias no planeaba ser gentil con nadie.
-El señor Cullen la espera, sígame. -  musito un hombre quien había llegado a mis espaldas  él era su mayordomo.
Pase al estudio sin mirar nada en absoluto había una biblioteca en ese inmenso lugar, el mayordomo se fue dejándome sola, enfrente de mi estaba una gran silla de lectura con una mesa donde había un chocolate caliente.
-Buenas noches Isabella.- musito la vos desde la silla. Su vos no era como  me imaginaba  parecía, pero aun  así  no lo perdonaría.
-al grano Edward Cullen.-  dije. El hombre se a levanto y me lleve una gran sorpresa. Era atractivamente guapo su pelo era broncíneo y sus ropas tan finas como su piel.
El  me sonrió amablemente.
- Eres muy bella, y eres mejor de cerca.-  se acerco a mí y acaricio mi brazo quise retroceder pero mis músculos no me lo permitieron. Su cálido aliento se poso en mi cuello y sentí sus labios en el, bajo sus manos hasta mi cintura y me apretó contra él.
-Esta fue mi mejor inversión.-  susurro en mi oído, todo el odio llego de repente y lo aleje a empujones.
-pensé que lo disfrutabas.- musito con una seductora voz.
-no contigo, grábate eso nunca contigo.- su rostro se volvió rojizo y me agarro la muñeca y acerco mi cara hacia la suya.
- y con quién sí, con tu maldito Jacob Black.-  mi mente vago él sabía algo de Jacob.
-no me conoces “Bella”, cuando quiero puedo ser complaciente y cuando no, puedo ser peligroso, muy peligroso.- soltó mi cara  bruscamente. Me dio la espalda para fumar un habano y dijo;
- Si él es un obstáculo, tendré que quitarlo.-  se sentó en su asiento y tomo un sorbo de su chocolate.
-que descanses bella, mañana será un largo día.- dio por finalizada nuestra primera charla, que mas bien pareció una amenaza. Iba morirme si algo le pasaba a Jacob o a mi padre por mi culpa, me acosté con mucho temor que el llegara por esa puerta queriendo abusar de mi.  Cuando amaneció  en la cama había un sin fin de rosas rojas y una tarjeta en una mesa con un desayuno especial.
  Espero que te guste mi sorpresa desde ahora en adelante tendrás muchos detalles de mi parte. ATT: Edward Cullen
Sonreí  pero que pretendía el me había comprado. Quise tomar un baño cerré con seguro el cuarto de el baño. Y me desnude poniendo el agua de la bañera  caliente. Puse unas cuantas sales quería estar relajada para nuestro segundo encuentro.  Me sumergí toda en ella y  mis lágrimas se mesclaron con el agua de la bañera.
Su rostro seguía en mi mente pero, también sus amenazas. Resonaban tan claras. Oí abrirse las puertas de mi habitación me levante rápidamente, colocándome una bata de baño que había, esa bata tenia bordado mi nombre en ella, acaso este hombre necesitaba ayuda siquiátrica. Salí rápidamente del baño. El estaba sentado en mi cama con mis ropas en sus manos “había sido una imaginación, el había estado oliendo mi ropa”
 -huelen exquisito. - dijo con una sonrisa. Tenía miedo de su repentino avance se acerco a mí con lujuria en sus ojos, toco el lazo  de seda que mantenía mi bata cerrada y la abrió. Quise quitarle la mano de un golpe pero tenía mucho miedo. Observo mi cuerpo sonriendo para sí mismo y me dirigió hacia la cama. Me empujo suavemente en ella caí acostada mientras él se colocaba en sima de mí tocando cada parte de mi cuerpo con sus manos. Quería sentirlo repugnante pero su rose me agradaba.
-eres más suave de lo que me imagine.- musito con su cara a unos centímetros de la mía. Dios sentía arder mi sangre.
Me quito la bata por completo, para querer verme mejor se levanto y empezó a desabrocharse su camisa.
-porque a mi pudiendo tener muchas mujeres hermosas.- dije inexpresivamente.  El dejo de desabrocharse su camisa y hizo caso omiso de mi pregunta.
-Cámbiate, vendrán por ti para que te prepares para la boda.- dijo saliendo de mi habitación.
Me levante aturdida, una parte de mi hubiera querido que él me hubiera poseído allí mismo.  “Acaso pero simplemente huyo a mi pregunta”  mejor para ti. Cuando ya estaba lista baje sin saber a dónde me dirigía. Cuando el mayordomo se encontraba cerca de mi recamara.
-señora la señorita Alice la espera.- lo seguí hasta que una mujer muy emocionada me miro de pies a cabezas.
-Woo! eres tu Isabella Swam - ella me conocía.
-Al fin sentara cabeza Edward Cullen.- su risita era de satisfacción
Pasamos una mañana no grata pase más de trece veces probando un maquillaje a otro. Llegamos a la casa del señor Cullen, la casa estaba adornada con guirnaldas blancas y rosas blancas. Un nudo se abrió en mi garganta.
-tenemos que cambiarte pronto se dará inicio a la boda.- dijo jalando mi mano hacia las escaleras.
Abrimos la puerta de la recamara había sobre la cama un encantador vestido blanco era un sueño el mejor vestido que había visto en mi vida.
-te gusta. Dijo Alice al verme perpleja.
-es hermoso.- musite ella aplaudió dando saltitos estaba muy feliz. Y sentía su contagio. “Tal vez no sería tan mal como pensaba” me dije.
-Estas hermosas-. Musito mi padre con  felicidad. Lo mire fieramente nunca le perdonaría que me vendiera.
-que sínico puedes llegar hacer.- dije entre dientes. El se encogió de hombros y dijo;
-no tiene mala pinta, agradécelo es mejor que Jacob Black - me quede perpleja que tanto había cambiado sobre su error al venderme como un objeto, al ver que  no hable el me agarro el brazo y lo coloco en el suyo.
-agárrate, no quiero que te caigas en plena ceremonia.- no podía creer lo poco que fui para mi padre.
En el patio estaba adornado con muchas rosas y un dosel en medio donde se encontraba Edward Cullen. Se veía exquisitamente hermoso. Su traje era blanco con un ramillete en su lado derecho.
Al verme me sonrió con satisfacción. Mi padre me entrego y él me susurro. -te ves hermosa como siempre.- se me escapo una sonrisa. Y él se rio conmigo.
 Nuestros ojos se juntaron cuando dijimos nuestros votos y  el sacerdote dio por terminada la ceremonia.  Me sentí nerviosa al no saber donde nos dirigíamos. Hasta que me di cuenta por la carretera.
-Me llevas  hacia  un puerto.- el sonrió complacido con mi reacción.
-no a un puerto Señora Cullen sino a mi yate “nuestro yate”.- corrigió alegremente. No quise discutir. Quise castigarlo con mi silencio. Y así fue en el resto del viaje.
-llegamos. Su vos era cada vez mas extasiada. Me baje y me acerque al muelle y deje de pensar en las cosas malas que podían  ocurrir o buenas. Sentí sus manos en mi cintura. Y susurro en mi oreja; -Sera la mejor noche de bodas que tengamos eso te lo prometo.- yo me dé sise  de sus manos con una sonrisa me a recosté en su pecho. -Si a eso te refieres que no tendremos sexo.- quizá sea una hermosa luna de miel. El me tomo por sorpresa sonriendo. -Como tú desees, no te obligare a hacer algo que tú no quieras.- me soltó y solo me tomo la mano para subir al yate.
Era hermoso por dentro tenía dos alcobas separadas, y una terraza hermosa, sus pasillo eran  espaciosos.
-Te gusta.- dijo acercándose por detrás para tomar mi cintura. Yo asentí con indiferencia
-Se llama Isabella.- igual que tu.  Sentí un leve cosquilleo por su respiración en mi cuello y eso me hacia arder en llamas.
-Tu respiración se acelera cada vez que te toco.- afirmo.  Quise negarme pero su vos era tan seductora que no hallaba palabras.
-ves eso me encanta.- dijo bajando sus manos mas y mas. Gemí por su rose.
-Bella me traes loco- su vos era apremiante. Me dio la vuelta para posar su boca en la mía y mis instintos se despertaron, instintos que ni Jacob había despertado.
-Edward, hazme el amor.- susurre con urgencia. Su mirada se volvió cálida.
- lo que usted desee señora Cullen.- me llevo en brazos a consumar nuestro matrimonio.
Cuando desperté estábamos en una hermosa cama matrimonial, sus brazos me rodeaban. Dios había hecho el amor con Edward Cullen y con mi consentimiento.
-Buenos días. Dijo  Edward colocándome encima de él. Yo quise negarme pero no podía él me había comprado y había comprado mi corazón.
-no es justo, te aprovechaste de mi debilidad.- el me miro confuso y después sonrió.  
No lo hice como esposo es mi deber hacerte feliz y tu lo deseabas igual a mí, pero si no quieres no volverá a pasar.-
Lo mire dudosa y él me sonrió al ver la duda.
-una pregunta por qué a mí, no es que no me guste es que puedes tener mujeres más hermosas que yo.-  el frunció el seño.
-sabes no quería decírtelo, pero desde que te vi te he acosado, soy un maldito acosador.- declaro sin rastro alguno de vergüenza.
-Pues me encanta que me hallas acosado, y sabes no solo me ganaste en una puesta, sino ganaste mi corazón. Tu eres mi maldito acosador.- el me sonrió con su sonrisa predilecta.
- me encantas  y no me arrepiento de nada.- dijo finalizando nuestra conversación y hundiéndonos en la pasion que no aguardaba a los dos.

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