martes, 3 de mayo de 2011

Planes perfectos 2 Cita no efectiva


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Sipnosis: En ese preciso momento mis lentes de sol. Enfocaron una camioneta negra con dos guardaespaldas y una Bandera norteamericana a un extremo de ella. El chico que salió de ella era realmente hermoso, tenía unos ojos realmente hermosos. Y me sonreía. tendria que volverme a encontrar con él.

P.ov Bella 
Cita no efectiva

No podía creerlo parecía estar  en shock el e había invitado, mis planes estaban saliendo a la perfección el me parecía interesante y sumamente atractivo.
Mi vestido era color azul con un escote uve que enseñaba mis pechos, esté modelo le había quedado excelente a mi amiga Alice, enseñaba mis pechos y era ajustado deje mi espesa cabellera caerá en mis hombros,  parecía una felina en plena casería.
-señorita  Isabella el señor Cullen la espera en la estancia. Murmuro Sue mi mucama, parecía que algo me faltaba me mire el escote todo estaba bien, me dirigí al tocador y me rocié el cuello con mi exquisita fragancia de fresitas que reservaba para momentos especiales. 
Salí con un paso lento no quería parecer ansiosa por verlo. Su imagen me impacto un traje negro de etiqueta  una corbata color marino que combinaba con sus hermosos ojos. Y por estúpido que pareciera sus lentes reposaban en sus manos. Me había quitado el aliento.
-Buenas noches, señorita  Isabella. Dijo con voz temblorosa.
-Buenas noches señor Cullen.- no quería verlo a los ojos ya que sentía miedo de decir algo incoherente. Este hombre siempre me descontrolaba.
Tomo mi mano y sentí una electricidad mi corazón latía rápidamente por la adrenalina que corría en mi. Parecía estar paranoica, pero sentía su pulso muy acelerado, casi al borde del colapso. Me reí en voz alta.
-Que es lo gracioso. Murmuro con voz ronca.  Mis mejillas tomarían un color sonrosado ya que  sentía el flujo de sangre en mi cara.
-No, es nada, solo que me acorde de…..- me quede pasmada, nunca me había importado el lujo pero esto era demasiado. Su coche era un auto realmente hermoso. sus rines eran he un color parecido al oro puro. En la punta del coche deportivo había un embolo de un león de oro. ¿Sería el embolo de su familia?, ¿o solo seria rentado?
-Este es... Tu coche.- murmure atónita. El sonrió con orgullo.
-por supuesto que .sí, ¿le gusta? Murmuro sonriente  nunca lo había visto sonreír y por algo tan frívolo. Pero el no miraba el coche sino mi rostro.
-Sí, aunque es algo ostentoso.- el sonrió de nuevo sin Alegría alguna. Me abrió la puerta del auto, su interior era más hermoso, sus asientos eran de un cuero fino muy suave.
-Adonde vamos.- dije con cierto nerviosismo. El me miro y sin decir nada miro la autopista.
-Le encantara el restaurante.- murmuro suavemente.    Pensé en un restaurante de lujo como sus gustos por los coches pero mi sorpresa fue, un restaurante familiar. El parecía emocionado con la llegada a él.
-Tenía mucho de no volver aquí. Murmuró entre dientes para el mismo.  Ya había venido aquí el nombre del restaurante era norteamericano, solo extrañaba estar n su patria el era “Nostálgico” me sentía estúpida  al juzgarlo sin conocerlo, pero habían momentos en que parecía un hombre de hierro.
-Edward, tiempo de no verte.- murmuro una mujer de pelo dorado sonriente era un monumento vivo. Me sentía  insegura por un momento. Cuando apareció un hombre alto de cabellos negro su aspecto daba miedo era realmente  fornido.
-Hola Emmett, Rose. Ella es Isabella Swam, hija del  empresario Swam.- los dos me miraron sonriendo y me saludaron amablemente.
-Edward, como sigue tu padre, nos dimos cuenta que te ha dejado a cargo de sus empresas y demás negocios. Murmuro angustiado Emmett.  Edward suspiro y asintió parecía dolerle aceptarlo que el decía.
-Hablaremos en otros momentos. Dijo mirándome de reojo. El comprendió y dijo:
-Lo siento soy un descortés, síganme les tengo una mesa perfecta. Lo seguimos en silencio.
-Pide lo que desees. Dijo atrayendo una carta a sus manos. Mire la carta no conocía ningún platillo en ellos así que solo lo  imite
-el platillo de siempre.- le dijo con un guiño a  esa tal Rose  y me ataco una punzada de celos. No supe en qué momento tome su mano y le dije que quería el platillo que  él había pedido.
Sus ojos se posaron en los míos con cierto recelo cuando nuestras manos se juntaron. Las aparte rápidamente evadiendo su mirada el se aclaro la garganta y como todo un caballero hizo como si no hubiera sucedido nada.
-Así, que,  Alec Vulturi, es tu tipo. Dijo casi afirmándolo. Me molesto su comentario, pero que mas pensaría al venos en pleno faje.
-Si lo era, dije entre dientes. Nunca se me habían dado mucho las mentiras. El suspiro ruidosamente y parecía analizar mis palabras.
-Bueno, me alegro. No parece tu tipo. Dijo mirando fijamente un salero con detalles suizos. Iba a decir algo más cuando sonó su teléfono.
- Lo siento, tengo que contestar murmuro avergonzado.  Aproveche para levantarme he ir al tocador. Cuando regrese el chico llamado Emmett me esperaba en la mesa con los platos parecía avergonzado.
- lo siento señorita pero Edward tuvo que salir de emergencia. Murmuro
- realmente lo siento. Dijo en un susurro.  Mi vista se nublo a causa de las gotas de agua que corrían de mis ojos. 
-Estúpida.- murmure para mi. El me había dejado plantada por un negocio, solo pensé en la situación de  mis  padres  siempre ocupados. Mi padre en sus asuntos de negocios,  mi madre con sus amigas, lo que un día había sido amor se había convertido en un convenio de dos extraños compartiendo la misma cama.
-Señorita. Grito -Emmett, mientras yo me dirigía a la salida. No me detuve hasta que sentí su mano en mi hombro.
Extendió unas llaves. Eran las llaves del coche de Edward.
-Dejo su coche dijo que lo llegaría recoger a su casa. Dijo con una media sonrisa de consuelo. Las agarre sin darle ningún tipo de agradecimiento. Me  sentía frustrada.
Llegue a casa rápidamente con el estúpido y ostentoso coche cuando quería guardar las llaves de su coche en la guantera cayeron un poco de documentos de ellas parecían fotografías. Me quede helada al ver que esas fotografías mostraba a un niño de ojos verdes sonriente con un hombre rubio de mismos rasgos físicos, era su padre la siguiente era una de un periódico de Londres de la página de la alta sociedad. Mi boca se abrió formando una “O”. Dios mío era yo en la recepción de mi casa cuando lo conocí. Eso lo único  que hacía era confundirme, deje las  fotografías en la guantera y me lleve con migo las llaves ya que no sería estúpida de dejarlas allí cuando sabía que tenía algo en su guantera. Me  quite el exasperante vestido me quedaba perfecto pero era una tortura mantenerlo toda la noche. Saque mi pijama rosa y me  cepille mis dientes, estaba realmente triste al no haber concluido mi cita con él. ¿A dónde pudo ir, para dejarme así?. Me tumbe en la cama, deseando soñar con él.
Me levante asustada ¿qué horas eran? Estaba todo oscuro. Mire el reloj de mi buro  las 12:30pm. Oí mi puerta de mi balcón abrirse me tense podría ser un ladrón. Me levante y me dirigí a la cocina por una sartén y abrí lentamente el balcón de mi cuarto. No había nadie cuando sentí que me agarraron de la cintura. Pegue un grito que pareció un susurro. El chico rápidamente me tapo la boca.
-Ssshhhhuu..  Soy yo Edward. Dijo entre susurros.
Me tense que hacía a estas horas de la noche y como había burlado la seguridad de la casa.  Me soltó suavemente. Su aliento Olía a alcohol, Whisky o Vino Blanco, ¿con quién había estado?
-Como me perdonarías. Dijo volviéndome a tomar por la cintura. Su colonia era irresistible, su cuerpo apetitoso.
-Me dijo Emmett. Que llorabas como una magdalena. Dijo con su voz, parecía asustado. Quise ignorar sus comentarios y fui al grano.
-vienes por las llaves de tu coche.- susurre herida todavía por su abandono. Lo negó con la cabeza y me susurro al oído.
-Vengo por ti. Su voz era tentadora y tierna.  Que rompió mi resistencia de hielo. Cuando me di cuenta de su estado.
-Estabas tomado, no hagas cosas de las que después te arrepientas.- dije tristemente no quería solo ser una noche de copas para él. No podía ver su rostro solo sentí sus  cálidos  beso en mis labios, empezó  besarme frenéticamente. Perdí todo conocimiento, dejo de importarme lo moral y lo inmoral. Solo miraba al hombre de mi sueños, No quería respirar solo quería que su lengua se encontrara con la mía. Empecé a desabotonar su camisa y el quitaba el estorbo que era mi ropa, sus caricias eran desesperadas y frenéticas.
- Isabella, ahora serás mi Bella. Murmuro sin aliento. Nos tumbamos en la alfombra, amándonos. Nuestra compañera fue la luna y las estrellas ya que no tuvimos tiempo de llegar a mi cama.
-Nunca lo había hecho en mi alfombra.- le murmure al oído. El me acariciaba el rostro y se rio sonoramente.   -te digo un secreto .murmuro  yo susurre en su oído el beso mi oreja antes de hablar.
- Nunca me había  emocionado tanto  solo una vez cuando era niño mi abuelo había prometido tocar su colección de Diamantes sentí tal emoción al tenerlos en mis manos  que pensaba que había tocado las estrellas y las volví a tocar contigo. Murmuro.
Sus palabras parecían sinceras sus labios volvieron a tocar los míos y su cuerpo se volvió a conectar con el mío.
En la mañana cuando desperté estaba en mi recamara y toque la cama que permanecía vacía el se había ido, me aterre pensando en que solo había sido un sueño las lagrimas salieron desesperadamente. Cuando me percate que en le buro había un papel doblado en dos.
Isabella  siento que ahora soy prisionero de tus besos, de tu cuerpo. Y de tu corazón.
Te espero en la oficina.
Posdata: Ciento haberme ido así, pero si tu padre o tu madre me encuentran en su casa, no quiero ni  pensarlo  ya seria hombre muerto. Con amor Edward Cullen.
Me sentía dichosa parecía un sueño que Edward Cullen hubiera estado conmigo, sus besos, su olor su caricias las tenia impregnadas en mi piel, yo era suya y el era mío me observe en el tocador mi pelo parecía una maraña estaba todo revuelto, mis labios rojos y parecían hinchados, de tantos besos. Mi cuello tenía unos moretes rojos que sobresaltaban de mi piel albina. Sentí pavor a que alguien las divisara, solo el pensamiento me había puesto roja. Mis ojos tenían un peculiar brillo en sus corneas. Esto era definitivo el me había cambiado por completo yo no era más  Isabella era su bella. 

P.o.v Edward 


No sé de donde me habían salido las palabras para invitar a la hija de  Charlie Swam a Cenar, desde que la había visto haciendo el amor en ese baño no me la podía sacar de la cabeza, soñaba, pensaba en ella. Ocupando el lugar de Mi amigo Alec Vulturi, Isabella Swam encima de mí regazo. “oohhh... vamos  Edward no pienses eso.”  Nunca me había sentido tan estúpido, nunca había deseado a una mujer. Me enloquecía que me retara con sus ojos color chocolate, sus labios carnosos sensuales  pintados de un rojo carmesí, no sé qué haría pero ella tenía que ser mía.
-toc...toc…- los golpes de la puerta me sacaron de mis vagos pensamientos, la mujer mayor abrió la puerta Lee había trabajado con mis padres mucho tiempo, ahora trabajaba conmigo mi madre se había vuelto lunática con la salud de Carlisle que no me dio más remedio de contratar a Lee, como pretexto de vigilarme si tenía citas y si una de ellas me interesaba más de lo que debería. Cuantas veces no habíamos tenido la misma conversación.
-Edward cariño, sabes que eres mi segundo hijo “el menor”.  Mi madre recalcaba la misma amenaza cada vez que lo decía diplomáticamente. “me faltan tu nietos, quiero llegar a verlos” Jasper llevaba sus  hijos a la casa de mi madre todos los fin de semanas, mi hermano y yo habíamos tenido una cierta rivalidad desde la infancia, mi padre amaba a mi hermano, pero para él no era suficiente lo quería todo para él. Así comenzó la estúpida rivalidad, cada uno quería el amor de mi padre para uno solo el egoísmo nos alejo de cualquier hermandad que pudiera crearse entre nosotros. Crecimos vivimos experiencias, pero siempre compitiendo hasta que esa competencia con los años se hizo constante y competíamos hasta por las novias. Él, la perdía o yo la perdía. Nuestra estúpida rivalidad se convirtió en odio y rencor. Nuestras bocas se abrían solo para escupir mentiras y odio.
-Señor, desea un café. Murmuro Lee
- No gracias Lee.- ella me miro con desaprobación y murmuro.
-Señor se va a enfermar si sigue preocupándose por su padre. La mire furioso ella bajo la mirada avergonzada. Sabía que no tenía que meterse en lo que no le importaba.
-Retírate.- murmure no quería terminándola despidiendo sería un mal agradecido de tantos años de servicio a mi familia.
No sentí el tiempo tendría que llamar a mi agente para confirmar que no estaría disponible esta noche. Mi di cuenta de la hora Isabella me estaría esperando en su casa. Salí corriendo hacia mi recamara una ducha no me caería mal para mejorar mi genio.
-Alo. Aquí reportándome, esta noche no estaré disponible, así que no quiero ninguna interferencia de ningún tipo.- dije al teléfono mordazmente. La voz del otro lado me lo aprobó.
Me puse el conjunto más adecuado algo para la ocasión, la corbata que mi madre me había dado la navidad pasada y  mi usual traje negro. Mi pelo no tuvo mucha mejoría ya que recientemente me lo había cortado se veía despeinada mente casual, o eso es lo que me habían dicho, veces anteriores.
-Se mira muy bien joven. Murmuro con un guiño de aprobación. Lee podía ser la mujer menos resentida que había conocido en mi vida.
-Gracias.- dije apenado de mi comportamiento de hacia un instante.
Salí de la casa mi coche estaba estacionado en el garaje de la puerta principal, pero ahora no iba ir en el. Me parecía muy insignificante con lo que se merecía Isabella.
  Me dirigí hacia la parte de la terraza exterior de la casa, allí entre sabanas blancas estaba el auto de Carlisle, que solo lo había usado para eventos especiales, pues este era uno. Había sido traído de  un catálogo italiano de autos, obtuvo tantas demandas la empresa, que no pudieron cubrir la producción de autos que llego a quebrar, se puede decir que es de suma colección. En la punta de enfrente llevaba un León, esa insignificante figura había sido pasada de generación en generación el abuelo de mi abuelo, el abuelo, el padre de Carlisle y hasta Carlisle  Saque el auto y me dirigí a la mansión  Swam. No quería ponerme nostálgico con nuestro pasado.
Todos se habían quedado deslumbrados al ver mi coche en la carretera, me sentía apenado por un momento y después el orgullo se apodero de mí. Ese auto era mío y representaba a mi familia. 
Entre a la mansión Swam, una mujer menuda me saludo:
-Buenos días, señor Cullen.
- Donde está la señora René.- ella  me miro sorprendida.
-Salió de compras. Dijo normalmente.
El señor Swam se encuentra  aquí.-  ella me miro sorprendida como si hubiera dicho algo malo.
-No se encuentra, está en un viaje de negocios. Esa mujer era algo extraña. Isabella estaba sola.
- y la señorita Swam.-  ella me miro sonriendo.
- Se encuentra en su recamara.- quería decirle que subiría a su recamara pero la sola idea de tenerla en la recamara para mí solo me volvió loco. Ella noto mi nerviosismo y se rio tontamente de nuevo.
- Puedo llamarle si lo desea. Dijo dirigiéndose hacia las escaleras de mármol. No la detuve ya que podía decir, o hacer algo estúpido.
Mire la estancia habían unos cuadro que no había visto en mi vida, acaso habían estado allí cuando fue la fiesta. Era Isabella con una linda sonrisa su cuerpo destacaba con un vestido negro de noche, sus labios rojos, sus ojos color chocolate, parecían tristes, aunque en sus labios se formara una sonrisa, sus  ojos la contradecían por completo. “esta mujer era enigmática” había una foto típica su padre, su madre y ella en un cuadro muy familiar. Oí los pasos de unos tacones ella parecía bajando de las escaleras, su imagen me impacto tanto que me quede sin aire. Jugué con un par de lentes mientras me recuperaba.
-Buenas noches, señorita  Isabella. Dije  estúpidamente, diablos de donde me había salido tanta formalidad en estos momentos
-Buenas noches señor Cullen.- dijo sin mirarme a los ojos. Rápidamente le ofrecí mi mano y ella la tomo sin molestia alguna
Tome su mano y por un momento nada más me importo había algo en esa mujer des que había topado con ella en el lugar equivocado, su belleza me había obsesionado, pensé que solo  me había impresionado y que lo superaría. Mi corazón empezó a latir fuertemente y mi cuerpo me delataba, Dios parecía un estúpido adolecente, enamorado por su primera novia.
 Me sentía el chico estúpido, que llegaba a pedirle a la novia de un jugador de futbol salir con él. ¿Ella habría captado mi estado?, rio descaradamente por desgracia no puede sentirme herido he irme las piernas  no me respondían.
-Que es lo gracioso. Murmure  tratando de calmar mi voz. Para mi desgracia su exquisita piel tomo un color rosa se veía extremadamente adorable y apetecible. Avanzamos lentamente por la estancia hasta la salida, eso parecía un sueño algo irreal, ella era irreal.
-No, es nada, solo que me acorde de…..- sus palabras  no se terminaron en salir ya que se había quedado admirada al ver mi coche ¿acaso le gustaban los autos a ella?. Nunca había visto eso en ella, parecía atraerle los autos
-Este es... Tu coche.-  me dijo todavía deslumbrada, si eso había sido su admiración no la dejaría desilusionada, si me lo pedía era capaz de dárselo.
 -por supuesto que .sí, ¿le gusta?- dije extasiado al ver su rostro todavía deslumbrante.
-Sí, aunque es algo ostentoso.- eso me dejo algo molesto, ¿lo veía muy corriente? Ya no quise hacer ningún otro comentario así que solo le ofrecí una sonrisa de cortesía y le indique que subiera al auto.
- Adonde vamos.- dijo no me había pasado la idea de Isabella me creyera inferior y que hubiera hecho tal comentario ¿Acaso Alec Vulturi tenía un auto mejor que el mío?, pero le conteste sin mirarla.
-Le encantara el restaurante.- dije en voz baja.  Cuantas veces había soñado traer a mi futura familia al restaurante de mi mejor amigo, y heme aquí con una mujer sin corazón, solo in sin posibilidades de tener una relación estable a causa de mi padre. Pensé en el momento que mi vida había sido momentáneamente feliz, Tanya y yo en mi departamento en Brooklyn mi padre dejaría todo a manos de Jasper su primogénito. Nos casaríamos tendríamos muchos hijos y viviríamos felices, sin problemas y un agobiante cargo. Pero la felicidad se acabo cuando mi padre me nombro director y presidente en jefe de las industrias Cullen, Jasper lo tomo como una profunda humillación, Tanya se puso dichosa, hasta que supimos la verdad de las cosas. Mi madre sufrió porque mi padre sabia que moriría y por eso esa decisión tan repentina. Todo había quedado en mis hombros el peso de la empresa, los problemas de mi padre. Y una novia descuidada, por mis viajes de negocio. A los años mi situación amorosa y familiar se enfrió como un tempano de hielo, ya no me importaba nadie  ni nada. Un día sin más ni menos, encontré a mi prometida en pleno orgasmos con mi mejor a migo de la universidad. Eleazar, no pude sentir rabia, celos ni nada y sin saberlo de pronto me di cuenta que ya no la amaba. Me dedique en cuerpo y alma a mis negocios hasta que logre encontrar otros cargos y uno de ellos embajador de mi país, tuve que cerrar un negocio con el señor Swam nada importante para mí, pero si para él en mi estaba si ellos se venían en banca rota o no.
Llegamos al restaurante y ella también venia sumergida en sus pensamientos como yo. Así que abrí la puerta e hice un comentario vano.
-Tenía mucho de no volver aquí. Para mi así lucia la vieja ciudad del oeste y lo quería compartir con ella. Cuando vi a Rose mi amiga de infancia se acercaba, se veía tan feliz.
-Edward, tiempo de no verte.- su cara tenía un aspecto radiante, cuando iba a saludarla me percate que Emmett venia tras ella también feliz de verme, el era mi único amigo con rose habíamos pasado aventuras y ahora ellos estaban juntos.
-Hola Emmett, Rose. Ella es Isabella Swam, hija del  empresario Swam.- presente a Isabella, ellos se emocionaron aunque no lo habían demostrado ya que me conocían muy bien, sabían que nunca había invitado a alguien que no hubiera sido Tanya y ahora ella era la indicada. Sus caras pasaron de la felicidad a la tristeza.
-Edward, como sigue tu padre, nos dimos cuenta que te ha dejado a cargo de sus empresas y demás negocios.- me sentía cohibido ya que Isabella no tenía por qué darse cuenta no quería lastima de ella.  
-Hablaremos en otros momentos. Dije mirando a la chica  rápidamente. El comprendió así lo dejaron por la paz:
-Lo siento soy un descortés, síganme les tengo una mesa perfecta.  Sabía que después me acosarían hasta que digiera la verdad.
-Pide lo que desees. Dijo mi amigo como siempre lo había hecho cuando venía en mis viajes a Inglaterra. Ella miro la carta y su cara se torno confusa, me imaginaba a bella que nunca había salido del país y eso se veía un crimen ya que era hermosa y su belleza tenía que ser conocida. No tenía nada de ganas de comer así que pedí el mismo platillo que era una delicia, quería que ella quedara complacida.
 -el platillo de siempre.- sabia que rose comprendería que con ella sería un poco mas de esfuerzo al prepararlo y le guiñe un ojo ella me respondió con una sonrisa de confabulación. Sentí un suave contacto, sus manos tocaron las mías, su tacto me pareció sospechoso, ella me indico que habi pedido lo mismo que yo, yo ya había ordenado por ella. ¿acaso ella se sentía celosa? Solo la idea me encanto, pero rose era hermosa pero no era ella y eso no dejaba de verla como solo una gran amiga. Rechace toda esperanza ya que también terminaría  largándose como Tanya.
-Así, que,  Alec Vulturi, es tu tipo. Dije queriendo sacar información, había sido algo imbécil de mi parte ya que ella se puso roja de coraje.
-Si lo era,.- me dijo casi resignada acaso el le había hecho daño, en el fondo de mi subconsciente me alegre de ello el no la merecía, ¿pero que me hacía pensar que yo sí?
-Bueno, me alegro. No parece tu tipo. Dije molesto al saber la verdad y no alejarme de esa atractiva mujer. Baje la vista a unos saleros. Así éramos como la sal y la pimienta. Muy distintos. Mi teléfono sono. “Malditos, dije que no estaba para nadie” me levante y me disculpe con ella.
- Lo siento, tengo que contestar.- dije con furia por quitarme tiempo valioso. Malditos planes.
-Si acá Edward Cullen.- dije solemne mente.
-Edward tienes que reportarte con el agente, tenemos nuestra presa.
-¿Cuánto tiempo tardara?- la voz se oyo fuerte y sonora.
-Maldita sea, Edward estas allí para obedecer. Solo veras su contacto, unas cuantas copas y sonrisas y que te suelte la ubicación que deseamos escuchar.-  odiaba esta maldita misión.
-está bien.-
-te están esperando en un coche afuera. Deja las llaves de tu coche a la bella dama y sal de allí. Sabía lo que iba hacer no necesitaba que me lo recordaran.
Divise a Emmett atendiendo una mesa,
-Emmett mi padre se enfermó, me tengo que ir a mi hotel mis llaves entrégaselas a Isabella, y discúlpame con ella.-
-diablos, este chico terminara con su vida.  El murmuro algo.
 Sali a la cita era una mujer de aspecto seductor, la esposa de un mafioso seguro.
Toda la noche pase con una mujer con quien apenas había visto dos veces, ahora salía al encuentro de mi Isabella, en mi país su nombre sonaría Bella, “Belleza” es lo que le sobraba. Cuando llegue a su casa recé que sus padres no estuvieran. Pasar los obstáculos de seguridad no me daría esfuerzo alguno. Ya estaba acostumbrado a hacer eso.  

Chic@s me surgio en la noche yno tenia inter y me moria por publicarlo :) asi que chequen que les parece besos 
nos leemos al rato

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Heyy!! actualiza pronto, me gustaría saber como continua...
Eres buena en lo que haces pero tienes algunos problemas con la redacción y eso dificulta un poco la lectura.Te recomiendo que organices tus ideas y estoy segura de que será un gran fic!!
Besos, nathalia

 
Plantilla creada por laeulalia basada en la minima de blogger.